Elena González/15-1-2021
Los centros de día aseguran haberse blindado ante la COVID-19 para evitar que aumente la tragedia provocada por este virus entre las personas mayores; aun así, cada vez son más las familias que contratan los servicios de empresas que ofrecen cuidadores a domicilio en lugar de los de un geriátrico, según datos oficiales.
Irene Medina es una de estas cuidadoras internas que acudió a Qida, empresa especializada en cuidado de mayores a domicilio, para encontrar trabajo, ya que según nos cuenta, «con el COVID-19 es más complicado encontrar empleo porque aunque ahora hay más demanda que en otras épocas, también hay mucho recelo y miedo al contagio del coronavirus; de hecho, hay familias que piden un PCR negativo antes de contratar».
Irene, que es boliviana, lleva trece años trabajando en el cuidado de mayores en España y ahora está atendiendo Elena, de 96 años. «El COVID-19, además de afectar a la salud física del mayor, también ha tenido consecuencias directas en su estado cognitivo. Como no nos han dejado salir a la calle durante mucho tiempo y han alarmado tanto por la televisión, ahora la abuelita no quiere pasear por miedo, está más triste, se siente más sola y ha perdido el conocimiento de la realidad actual por la falta de contacto social con gente del barrio», lamenta la cuidadora.
Reclamaciones para hacer frente al COVID-19
«Con el coronavirus y las restricciones de movilidad para pasear con los mayores, se agrava la sensación de falta de libertad, sólo salgo dos horas, el aislamiento de los míos y el agobio por pasar tantas horas en casa. Al final, todo esto y ver cómo la persona mayor se deteriora, nos afecta a nuestro estado psicológico y a la fuerza que hace falta para cuidar a una persona dependiente«, comenta Irene.
Asimismo, también denuncia la falta de una formación suficiente sobre el coronavirus y medidas de protección que garanticen su salud y seguridad. «Con una simple mascarilla y unos guantes no puedo asegurar mi salud ni la de la persona a la que cuido, necesitamos más medidas de protección porque estamos expuestas. Además, ningún organismo me ha ofrecido una formación específica sobre coronavirus, que es muy necesaria, porque al ser una enfermedad tan nueva en ocasiones no sabes identificarla ni cómo enfrentarte a ella».
Aun así, Irene, al tener permiso de residencia y trabajar para una empresa, ha estado más protegida -se rige por el VII Convenio de Dependencia- que muchas cuidadoras sin papeles que por un empleo aceptan la semiesclavitud: no salir nunca de la casa, sueldos de menos de 500 euros y hasta maltrato por parte de los empleadores.
Centros de día, un apoyo para las familias
El miedo al COVID-19 ha provocado un aumento del número de familias que han cambiado los centros de día por cuidadores a domicilio para reducir el contacto y posible contagio del virus entre las personas mayores.
Ante esta situación, toda la comunidad gerontológica defiende que es mejor evitar el confinamiento, así como promover la socialización y autonomía de las personas mayores. Estos son algunos de los objetivos de los centros de día para mayores, donde se trabaja en «la prevención, tratamiento y rehabilitación«, según la doctora María Cienfuegos- Jovellanos, directora del Centro de día Calderón de la Barca, de Gijón, y secretaria de la Asociación de centros de día de Asturias (Acedía).
«Desde la reapertura del centro, en junio, nos hemos encontrado a personas mayores que antes eran muy autónomas, con un enorme deterioro físico y cognitivo, con más problemas de salud y con depresión debido a la soledad y el aislamiento que han padecido durante meses de confinamiento«, explica María Cienfuegos- Jovellanos.
Para hacer frente al COVID-19 y que no se produzca la tragedia que ocurrió en la primera oleada en las residencias, los centros de día han adoptado los protocolos de seguridad de sus comunidades autónomas y tomado medidas. «No se puede bajar la guardia, hay que prevenir y por ello en el Centro de día Calderón de la Barca, todos llevamos mascarillas, utilizamos continuamente el gel hidroalcohólico, mantenemos las distancias y trabajamos en burbujas, es decir, con un número limitado de usuarios por grupo, siempre los mismos y con los mismo trabajadores».
Por último la doctora Cienfuegos- Jovellanos ha reclamado que no se vulneren los derechos de los personas mayores. «No son ciudadanos de tercera, hay que protegerlos, no aislarlos ni callarlos, tienen derecho a elegir».
Las cuidadoras a domicilio, entre los sectores profesionales más afectados
Más del 16% de las cuidadoras a domicilio se han contagiado de coronavirus en España, un porcentaje sólo medio punto por debajo del personal sanitario, según la cuarta entrega del estudio de seroprevalencia desarrollado por el Ministerio de Sanidad en colaboración con el Instituto de Salud Carlos III y el Centro Nacional de Epidemiología.
Además, esta investigación revela que junto al personal sanitario, las mujeres que se encargan de trabajos, altamente feminizados y precarizados, como el cuidado a personas mayores dependientes, son las que más se han infectado desde el inicio de la pandemia.
Las personas inmigrantes, muchas de ellas dedicadas al cuidado domiciliario, también tienen una prevalencia mayor, en torno al 13 por ciento, que «puede estar relacionada con el trabajo que realizan o sus condiciones de vida», según Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III.