Cómo combatir el edadismo con redes educativas para jóvenes y mayores

Fidel Molina-Luque, Catedrático de Sociología Universitat de Lleida

En la película Plan 75 se presenta una distopía sobre una hipotética propuesta del gobierno japonés para que los mayores de 75 años accedan a poner fin a su vida con un acompañamiento “logístico y financiero” y revertir así el envejecimiento en la población. Los mayores son vistos como una carga inútil.

El edadismo es la discriminación por razones de edad. Dicho término (en inglés, ageism) fue acuñado por el gerontólogo estadounidense Robert Butler en 1969. Nadie se libra de este prejuicio: todos envejecemos, por lo que esa percepción negativa de la edad y la posibilidad de sufrir edadismo nos compete a todas las personas.

Butler definió el “edadismo” como una combinación de tres elementos conectados. Entre ellos se encuentran:

  • Las actitudes negativas hacia las personas mayores, la vejez y el proceso de envejecimiento.
  • Las prácticas discriminatorias contra esas personas.
  • Las prácticas institucionales y políticas que perpetúan los estereotipos sobre las personas mayores.

Sin embargo, el edadismo se puede dar también en relación con los jóvenes, cuando se les etiqueta como egoístas o faltos de compromiso; y también en relación con los niños y niñas, en el marco de un “adultocentrismo” que no permite que sean protagonistas de sus vidas (en una especie de despotismo ilustrado: todo para los niños y niñas, pero sin ellos ni ellas). De hecho, la raíz etimológica de infancia es infantia, que quiere decir incapacidad de hablar.

Edades y generaciones

Los conceptos de generación y edad son instrumentos fundamentales para la sociología. Pero la contemporaneidad cronológica –el hecho de pertenecer a la misma cohorte– no tiene por qué coincidir con la identidad social. No se puede suponer que existe una naturaleza psicológica asociada a cada estadio de la vida y una identidad de condiciones de existencia para todos los pertenecientes a la misma cohorte.

En esta línea, hay autores que llegan a hablar incluso del “mito de las generaciones”. Nos recuerdan que el mero hecho de pertenecer a una generación no supone homogeneizar a las personas que se incluyen en ella, ni se puede comparar o contraponer a otras de manera sustancial. Es una variable más a tener en cuenta, como lo pueden ser las clases sociales, los géneros, las culturas… y las edades también.

Ideas clave para superar el edadismo

La ONU aboga por la promoción de la solidaridad intergeneracional a través de los programas sociales, ya que el envejecimiento se entiende como un proceso de todos que debe ser mejorado dentro de lo posible. Si no lo entendemos y lo afrontamos como un proceso natural (y social) que nos incumbe y nos incluye a todas las personas, caemos en el peligro de la discriminación por la edad.

Las tres formas habituales de edadismo –tanto en relación con los adultos mayores como con los jóvenes– son la infantilización (situarlos en una posición de sometimiento y falta de poder), la despersonalización (dejar de tener en cuenta la singularidad de cada persona, sus necesidades y preferencias) y la deshumanización (perder la empatía en el trato con las personas).

Tensión de la convivencia y pacto entre generaciones

Aunque quizá sea exagerado hablar de una “lucha entre generaciones” que sustituye a la lucha de clases, hay datos objetivos que indican que la tensión entre generaciones está aumentando.

La pandemia de covid-19 impulsó algunos cuidados intergeneracionales pero ha provocado, en otras ocasiones, un mayor distanciamiento entre las generaciones: se han incrementado los tópicos en relación con los mayores y los jóvenes, y el edadismo, con visiones de los jóvenes como egoístas y violentos, poco respetuosos o poco comprometidos.

La educación ‘profigurativa’

Una educación que promueva el diálogo intergeneracional, fomentando el aprendizaje colaborativo de mayores y jóvenes, es una de las soluciones al edadismo y a esta tensión entre grupos de edad.

La metodología del aprendizaje servicio resulta especialmente idónea, ya que personas de diferentes edades colaboran en proyectos comunitarios, desarrollando competencias específicas y valores prosociales.

También se puede aplicar el modelo PEACE (Positive Education about Ageing and Contact Experiences). Este indica precisamente que los dos factores interconectados que ayudan a superar los estereotipos edadistas son la educación sobre aspectos realistas, desmitificados y positivos de la vejez y el envejecimiento; y el contacto intergeneracional que facilita el intercambio de vivencias.

Centros educativos intergeneracionales y profigurativos

Nuestra propuesta consiste en el desarrollo de familias “multigeneracionales” (más que las familias extensas tradicionales o las nucleares actuales del modelo familista).

Los centros educativos “profigurativos”, es decir, centrados en ofrecer una visión intergeneracional e interseccional de la educación, tendrían participantes de todas las edades e incorporarían la cultura de los cuidados. Ya existe, por ejemplo, una red de Centros Profigurativos de Educación Intergeneracional (CEPREI) del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Lleida. Está compuesta por centros de infantil, primaria y secundaria; públicos y concertados, y de entornos rurales y urbanos.

Con la participación de familias, ayuntamientos, consejerías gubernamentales de Salud y Educación, residencias de mayores y asociaciones del tercer sector, se organizan actividades de intercambio y enseñanza-aprendizaje mutuo entre alumnado, adultos y mayores. Estas consisten en visitas a las residencias, invitación a las escuelas, excursiones conjuntas (a museos, bibliotecas o ludotecas), comunicación epistolar a través de cartas y redes sociales, enseñanza-aprendizaje digital, memoria histórica y experiencias vividas o jornadas compartidas en los centros escolares, residencias y asociaciones.

Además, en el currículum escolar, de manera transversal y adaptada a las edades, se integran competencias y contenidos relativos a la inclusión, la equidad y la sostenibilidad, relacionados con el estudio de las generaciones, el edadismo, la soledad no deseada, el respeto y la tolerancia mutua.

Más allá del valor económico de las persona

En esta concienciación también se incluye la nueva mirada de equidad y solidaridad que supere la visión mercantilista del valor “económico” (productivo y de consumo) de las personas.

La “jubilación” no debe verse como la “retirada” del mercado de la persona mayor. Hay que recuperar la raíz etimológica de “iubilare (gritar de alegría), en el sentido de seguir con el proceso vital continuo que nos presenta nuevas alternativas en una edad adulta en la que destaca la sabiduría, dentro de un envejecimiento activo: la alegría de vivir, de ser mayor, de ser reconocido y respetado personal y socialmente.

El edadismo no tiene edad ni sentido, y no tendría razón de ser, porque el ciclo vital nos compete y nos interpela a todos por igual, más tarde o más temprano, siempre.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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