Francisco Abad / Fundación Empresa y Sociedad
Parece que vivimos cada vez un poco más y en mejores condiciones que en cualquier época de la historia. Es un fenómeno complejo, pero una magnífica noticia porque aquí no se está tan mal. De hecho, muy pocos se quieren ir.
Aunque el tema lleva tiempo con nosotros es ahora cuando por fin se está empezando a hablar de él, sobre todo debido a los efectos de la demografía en la sostenibilidad del actual sistema de pensiones. De momento, el debate se limita a pequeños cambios en torno a dos palabras: pensión y jubilación.
Sin embargo, ni siquiera a nivel personal nos hemos dado cuenta todavía de la dimensión real del reto ni del anacronismo del modelo actual. Aunque muchas grandes cifras muestran que no es sostenible, nada cambiará hasta que seamos conscientes de que envejecer no es solo “eso que les pasa a los demás” y nos planteemos qué hacer para nosotros y para las próximas generaciones.
Por un lado vemos jubilados con posiciones relativamente acomodadas. Por otro, las pensiones de los que han tenido salarios bajos son mucho menores, sobre todo si son mujeres. Además, conocemos reestructuraciones que hacen que muchos profesionales tengan que dejar de trabajar cuando todavía tienen mucho que ofrecer. Considerar toda esta casuística de manera constructiva y sin generar exclusión es todo un desafío, sobre todo para los que hoy somos unos privilegiados.
Ya se está gestando un cambio cultural que cuestiona nada menos que el modelo de vida que se basa en las tres grandes etapas de la vida que se desarrollan consecutivamente y están asociadas a la edad: formación, trabajo y jubilación. Se trata de un cambio lento y de alcance.
¿Cómo reestructuraremos el tiempo en el futuro? ¿Seguirá teniendo sentido la secuencia de una formación inicial válida para siempre, después una carrera profesional intensiva y ascendente y a continuación cada vez más años de descanso financiados por una pensión pública?
Ya se puede intuir una transformación de gran dimensión en torno a la distribución del tiempo y los recursos en nuestra vida, acelerada por la digitalización. Un proceso gradual que nos llevará a un modelo en el que trabajaremos hasta mucho después que ahora, con nuevos trabajos que requerirán conocimientos y competencias en actualización continua, con varias etapas, transiciones y formas de trabajar, itinerarios personalizados que cada uno iremos construyendo según nuestras preferencias, y con mayor flexibilidad laboral y conexión intergeneracional.
Además de la combinación de etapas vitales, habrá más posibilidades de vivir una vida a medida de cada uno, incluso con menos recursos gracias a la tecnología y a que volveremos al consumo colaborativo de antaño. El reto es que todo ello implique un mayor bienestar de la sociedad, sin abrir la brecha entre las personas más desfavorecidas y las élites, a pesar de que las pensiones del futuro serán mucho menores que las actuales.
Trabajaremos durante más años si queremos. Y esta vida laboral más larga será buena para todos. Igual que ahora ya lo vemos en el mundo artístico, literario, investigador, periodístico, universitario o de las élites empresariales.
¿Cómo nos situamos cada uno ante este cambio ineludible? ¿Como meros espectadores, porque nos desborda y no tenemos capacidad de acción? A mí me parece más divertido lo contrario, sobre todo porque creo que coincidimos unos cuantos en esta posición.
Por eso hemos puesto en marcha un proyecto que aspira a “acelerar el cambio cultural hacia una vida en la que convivan híbridamente las fases ahora secuenciales de formación, trabajo y descanso, a medida de cada uno, para un mejor futuro individual y como sociedad”.
Lo llamamos GENIOR, un término que se refiere a personas proactivas independientemente de su edad, preparadas siempre para trabajar por cuenta propia pero sobre todo en la última parte de su vida laboral. Es decir, una especie de generación longitudinal, no transversal por edad, con el gen de la curiosidad activa. GENIOR simboliza junior y senior a la vez, genial, con carácter, una generación longitudinal, no transversal por edad y con un gen especial: el de la proactividad ante la vida.
¿Te sientes GENIOR? Estás invitad@ a participar. El proceso empieza por que te imagines cómo te gustaría que fuera tu trabajo (y tu vida) en la última etapa laboral. Posiblemente trabajando de otra forma en otro tipo de cosas… El paso siguiente es pensar qué crees que habría que cambiar para que fuera posible. La normativa laboral y de Seguridad Social, la mentalidad de las empresas, la cultura del trabajo, la formación, la iniciativa de cada uno… Ordenar y describir qué cambios propones. Y a continuación toca compartir propuestas con otr@s GENIOR como tú.
Para ello nos apoyamos en la plataforma https://genior.es . Pero también ofrecemos un proceso para grupos de 15-20 personas, a través de un taller estructurado de dos horas que finaliza con la incorporación de propuestas a la plataforma, que ya están en marcha.
Una vez completemos y clasifiquemos las propuestas, les daremos forma de la mano de expertos que nos ayuden a concretar los pasos siguientes.
Si vamos hacia una vida laboral más larga e ilusionante, enseguida empezará a haber opciones concretas de diseñarla proactivamente. Para escribir nuestro futuro en vez de leerlo no sé si en los libros, los periódicos o los medios digitales, lo que haya entonces. GENIOR es la nuestra. Bienvenid@s.