L. Losada/17-6-2020
Arsenio Alonso-Collada, presidente de la Asociación de Centros Geriátricos del Principado de Asturias (ASCEGE), ha vivido la tremenda responsabilidad de la gestión directa en un centro sociosanitario y la impotencia del trato injusto hacia los centros residenciales.
¿Cómo ha sido gestionar una residencia de mayores en estas últimas semanas?
Lo más difícil ha sido gestionar las residencias en las que han aparecido casos y fallecimientos. La responsabilidad ha sido tremenda, la impotencia y el ponerte en la piel de las personas que residen, sus familias y las trabajadoras sin perder de vista la gestión de la pandemia con los escasos medios materiales con los que contábamos, ha pasado factura. Una vez que la situación se ha ido normalizando, te quedas como todo en la vida con los buenos recuerdos de comprensión y agradecimiento y con la certeza de la abnegación y profesionalidad de los y las trabajadoras y del buen cuidado prestado y humanización en el trato.
¿Se reaccionó tarde? ¿No había medios?
El cierre de las visitas a los centros fue, en el caso del Principado, adecuado, ya que casi la totalidad estábamos sin casos. El gran fracaso de la crisis ha sido sin duda no disponer de material de protección ni de pruebas de detección hasta bien entrada la pandemia con la consiguiente entrada del covid en los centros. Aquí da igual que seas público que privado. El principal vector de entrada ya es conocido y se ha producido por los propios profesionales para los que no hubo material de protección y que vienen a los centros a cuidar y a dar lo mejor de sí mismos. Se ha demostrado de una forma clara que una vez que se cuenta con medios de protección y se realizan pruebas de detección, el número de casos ha disminuido drásticamente en las residencias.
¿Les van a pasar factura estas situaciones a los trabajadores?
Es evidente que sí. En los días duros, el miedo, la preocupación por su estado y por la posible transmisión a sus convivientes y otras personas, formaba parte del día a día. También les ha afectado la imagen negativa que se ha dado de las residencias. Pero también les va a pasar factura a las personas usuarias y a sus familias. Y a la sociedad en general o ¿solo soy yo el que percibe a cualquier persona desconocida con la que te cruzas en la calle como un sospechoso? Las relaciones humanas serán distintas hasta la normalización.
Nuestro sector se basa en un gran componente vocacional y se han vivido situaciones combinadas de gran tristeza por pérdida de personas muy cercanas a las que cuidabas junto con explosiones de alegría al conseguir recuperar casos en las residencias. En estas situaciones dejas de vivir la rutina para entrar en un mundo de emociones.
¿Por qué cree que se ha culpabilizado a las residencias en general?
Desgraciadamente, en muchas ocasiones nos hemos visto criminalizados y sí que por supuesto siempre culpabilizados. Se trata de una culpabilización de las víctimas, que en realidad es lo que hemos sido. Tanto desde algunos medios de comunicación como desde algunos responsables políticos, se han producido manifestaciones irresponsables en ese sentido.
Debemos pedir a la opinión pública respeto y admiración por la labor desarrollada por los profesionales y la gran mayoría de los responsables de los centros así como por la enorme transparencia en los datos que se están produciendo. Debemos comunicar más y mejor el buen trabajo que se hace en las residencias y lo satisfechos que, a pesar de todo, siguen estando nuestros residentes.
¿Cómo será la desescalada?
Hemos hecho llegar un documento con aportaciones desde ASCEGE y conjunto con CEAPS sobre nuestra visión en la desescalada con algunas acciones que deben ser inmediatas. No es de recibo mantener un asilamiento absoluto. Cuanto antes ha de producirse una transición a la normalidad ya que estamos ante un colectivo vulnerable que ha sufrido un doble confinamiento, en lo social y en la movilidad.
Estamos todos de acuerdo en que no hay que bajar la guardia ante la pandemia pero teniendo en cuenta que la ansiedad y la preocupación compartida por todos se agrava mucho más en el caso de personas con dependencia y que el impacto psicológico que está teniendo esta cuarentena es más que alarmante (pérdida de amigos y familiares, deficiencias sensoriales, falta de estímulos, mayor soledad y aislamiento familiar, menor acceso a la información e incapacidad para asumirla y comprenderla, vida en espacio reducido a su habitación, etc.…). debemos dar el paso cuanto antes.
Ir normalizando vistas y salidas de una forma segura forma parte de las cuestiones éticas y de cohesión social. Estas cuestiones deben ser tenidas en cuenta por Sanidad.
El Defensor del Pueblo considera que el modelo requiere una «revisión profunda» ¿cómo considera que podría ser esa transformación?
Siempre hemos demandado y con escaso éxito hasta el momento, que existiera un verdadera colaboración sociosanitaria en las residencias de mayores. Entendemos que esa transformación tiene que ir en ese sentido.
Las residencias no son servicios sanitarios sino sociales, lugares de convivencia y vida pero que por legislación no tienen responsabilidad de la atención médica sanitaria. Si además esta atención se ve desbordada como ha ocurrido en estas fechas, es fácil imaginarse lo que ha ocurrido. Las acreditaciones de los centros y los ratios de profesionales establecidos han sido un avance en la prestación de unos buenos servicios pero falta tener un debate sosegado sobre los centros que queremos y siempre en el marco de la atención a la dependencia, los servicios sociales y la atención centrada en la persona. Lo que será imposible es transformar toda nuestra red de un plumazo en una red de centros sociosanitarios.
¿Qué se puede aprender de cara a futuras pandemias que pudieran llegar?
Básicamente hemos aprendido a que esta posibilidad con la que nadie contaba puede aparecer nuevamente. Si yo gestionara, debería hacerlo en la prevención, seguimiento de casos con aislamientos locales o zonales, y potenciar la industria sanitaria estatal tanto en equipos de protección y detección como en laboratorios e investigación.
Los protocolos y el conocimiento ya van siendo estables en cuanto a covid y la intervención ante otra futura pandemia entiendo que sería mucho más rápida pero deben redefinirse los dispositivos y criterios de derivación de las personas afectadas y nuevamente la coordinación sociosanitaria. Los stocks de material deben consolidarse.