Fundación MAPFRE reconoce 7 proyectos innovadores para mejorar la salud y la asistencia de los mayores

Redacción 17-12-2020

Cerca de la mitad de los españoles que cuidan de mayores con demencia reconocen que sus familiares han empeorado más rápidamente sus capacidades cognitivas (48%) y funcionales (49%) que antes de la pandemia. Indican, además, que estas personas, con una edad media de 57 años y mayoritariamente mujeres, también están más tristes (34%), nerviosas (31%) y agresivas (15%), y admiten que ellos mismos (los cuidadores) han experimentado mayor miedo por el futuro de las personas a las que cuidan (64%), así como más ansiedad (57%) y número de conflictos con sus familiares (15%).

Son las principales conclusiones de un informe realizado entre los meses de junio y octubre por un total de 13 investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, la Rey Juan Carlos (Madrid) y el Hospital Universitario Gregorio Marañón, para analizar el impacto que la pandemia por Covid-19 está teniendo en las personas con demencia y en sus cuidadores. La investigación, financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación, es uno de los siete proyectos que Fundación MAPFRE ha seleccionado en el marco del primer Seminario Académico 2020 sobre Envejecimiento y Covid-19, organizado conjuntamente con Deusto Business School, y cuyo objetivo es reconocer iniciativas dirigidas a buscar soluciones a algunos de los retos que han surgido en el marco de la crisis sanitaria, especialmente en el ámbito de la salud, la innovación y el emprendimiento, entre otros.

Cuidadores virtuales

El cuidador virtual es otro de los proyectos que han sido reconocidos. Se trata de un software de inteligencia artificial que han desarrollado profesionales sanitarios del Hospital Universitario La Princesa (Madrid) y la empresa Tucuvi Care, con el objetivo de realizar el seguimiento de las personas que han recibido el alta hospitalaria tras un ingreso hospitalario por Covid-19 mediante llamadas de teléfono realizadas por el cuidador virtual. Hasta el momento, los resultados han sido muy positivos. Los autores del proyecto han evaluado la utilidad y aceptación del cuidador virtual y han llegado a la conclusión de que este asistente virtual, con tecnología de voz e inteligencia artificial, es percibida por los pacientes con una puntuación alta, de un 4 sobre 5, y que el software identificaba que solo el 15% de las llamadas realizadas necesitaban una posterior actuación de enfermería, ayudando así a los profesionales a optimizar su tiempo.

En esta línea, también se ha valorado el proyecto realizado por Ubikare, un software de inteligencia artificial que permite identificar las necesidades prioritarias del 35% de la población mayor de 65 años y detectar si existe motivación de cambio a través de sesiones de estimulación física, cognitiva y comunitaria que ha llevado a cabo un grupo multidisciplinar, que realiza un seguimiento mensual. La entidad, que ofrece servicios de cuidado y salud en el hogar para mayores en el País Vasco, ha digitalizado el programa durante los últimos meses, gracias a vídeos, ejercicios personalizados y llamada semanal a los participantes, con los que ha conseguido una fidelidad del 100%. También ha logrado incrementar en un 25% el bienestar cognitivo y físico de los mayores a los que asistido en los dos últimos años.

Pastillero inteligente

La gestión de la medicación entre las personas mayores es una pequeña pandemia escondida. Así lo creen los profesionales de Inbizi Healthcare, creada por tres profesionales con experiencia en el sector de la salud en el País Vasco, quienes subrayan que el 50% de las personas medicadas no cumplen actualmente con el tratamiento, lo que provoca la muerte prematura de 200.000 personas en Europa al año, según datos de la OMS. Juntos han creado Noa, un pastillero inteligente conectado a Internet y cuya función es evitar que el paciente se equivoque en la dosis y le permita conocer si está cumpliendo con el tratamiento. Los resultados de este gestor de medicamentos automático, que todavía no se está comercializando, permite que la salud del paciente aumente y que se refuerce su autonomía.

35 candidatos

El comité científico, compuesto por representantes de Fundación MAPFRE, Deusto Business School y expertos independientes, ha analizado los 35 proyectos que se han presentado en esta primera edición, y ha elegido un total de siete, realizados por investigadores y profesionales sanitarios de Madrid, Cataluña, País Vasco y Cantabria. De todos ellos han destacado iniciativas dirigidas a colectivos particularmente vulnerables y que representan un avance con respecto a experiencias previas en el ámbito de la economía del envejecimiento. El acto ha contado con la participación de Ignacio Baeza, vicepresidente de Fundación MAPFRE; Juan Fernández Palacios, director del Centro de Investigación Ageingnomics Fundación MAPFRE; Iñaki Ortega, Director de Deusto Business School; y Adela Cortina, catedrática Emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, quien ha pronunciado una conferencia magistral sobre la ética del envejecimiento en tiempos de pandemia.

Desigualdad y tele-asistencia

Tres investigadoras de la Universidad Pompeu Fabra y la Universidad de Barcelona, cuyo proyecto también ha sido reconocido, son las responsables de haber desarrollado una metodología para estudiar la demanda de cuidados en zonas con una gran proporción de población anciana y encontrar conexiones con la incidencia acumulada de casos de Covid-19. Su objetivo ha sido identificar las áreas más desfavorecidas de Barcelona y revelar las claves para mejorar el sistema de atención. Los resultados de esta investigación indican que el número de casos positivos de virus hasta el final de la primera oleada es más correlacionado con el número de personas mayores que con el hecho de que vivan en residencias de ancianos. Señala, además, que tanto residencias como centros de día deben estar protegidos, principalmente en las primeras etapas de un brote, y que la asistencia a domicilio debe estar especialmente diseñada para aislar a la población frágil en el hogar, evitando así el contagio. También pone de manifiesto la importancia de la tele-asistencia, que llega prácticamente al 100% de la población de riesgo, personas mayores y frágiles que viven solas, y que permite cubrir las necesidades básicas y apoyo de estos ciudadanos con el fin de evitar el contacto con la comunidad fuera de sus viviendas.

También la Universidad de Cantabria ha sido reconocida por llevar a cabo otra investigación con la que tres expertos en Economía de la Salud de dicho centro confirman que las desigualdades que existen en el uso de cuidados de larga duración son preocupantes. Los resultados, obtenidos con datos de la última Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE), demuestran que los servicios informales, es decir aquellos provistos por personas del hogar o externas, están más extendidos en aquellos hogares con niveles socioeconómicos más bajos, mientras que los cuidados formales, aquellos que tienen carácter profesional, son más frecuentes en aquellos con niveles más altos. El trabajo subraya, además, que en situaciones en las que las necesidades de cuidado son iguales (similar tipo de enfermedad o discapacidad), los cuidados, tanto formales como informales, se concentran entre las personas con un nivel socioeconómico más elevado, un dato que pone de manifiesto que las personas con más enfermedades se ven desprotegidas cuando pertenecen a un nivel socioeconómico bajo.

Transición hacia la jubilación

¿Cómo es la transición a la jubilación? ¿Quién prepara a estas personas para esta nueva etapa de la vida? Son dos de las preguntas que se han hecho dos profesionales de Bizipoz, pequeña cooperativa de iniciativa social del País Vasco, que ha elaborado un informe para analizar cómo gestionan las empresas el envejecimiento activo y saludable, así como el conocimiento de sus empleados antes de finalizar su periodo laboral. También, para averiguar cómo se puede acompañar a un profesional hasta la jubilación.

El trabajo, que concluirá en enero, avanza algunas conclusiones. Los empleados que trabajan en empresas que cuentan con este tipo de programas experimentan mayor bienestar, tienen una actitud más positiva en el trabajo, demuestran mayor grado de empleabilidad y están abiertos a nuevas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Las organizaciones también obtienen buenos resultados en términos económicos y de productividad y además mejoran significativamente la experiencia del empleado en su última fase laboral.

 

 

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