Las características ambientales y los factores socioeconómicos determinan la evolución del cáncer de piel

La incidencia del cáncer de piel ha aumentado un 40% en los cuatro últimos años. Anualmente, se diagnostica a más de 78.000 nuevos pacientes y se espera que en 2040 el melanoma se convierta en el segundo tumor en incidencia global

Redacción 22-5-2023

A pesar de que el cáncer de piel es uno de los más prevenibles, unos 7,3 millones de europeos están afectados por esta patología (el 1,7% de la población), según datos de la Academia Europea de Dermatología y Venereología (EADV, por sus siglas en inglés). El carcinoma de células basales, el carcinoma de células escamosas y el melanoma representan los principales tipos de cáncer de piel. Los carcinomas de piel en España tienen una tasa de incidencia de 47 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que la tasa de incidencia del melanoma es bastante menor (12 casos por cada 100.000 habitantes). En España, se calcula que la incidencia del cáncer de piel ha aumentado en un 40% en los cuatro últimos años. Anualmente, se diagnostica a más de 78.000 nuevos pacientes y se espera que en el 2040 el melanoma -el cáncer de piel más agresivo y con peor pronóstico- se convierta en el segundo tumor en incidencia global y el primero en incidencia en varones, por delante del cáncer de colon y el de pulmón.

Durante el 50º Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología, que se celebra estos días en Santiago de Compostela, dermatólogos de toda España debatirán acerca de las últimas novedades en este campo. Entre ellas, destacan los avances en el diagnóstico y tratamiento de los distintos tipos de cáncer, las peculiaridades del cáncer cutáneo en poblaciones especiales como los pacientes trasplantados, los pacientes hematológicos, la población pediátrica o los ancianos, así como los múltiples factores -como por ejemplo el género, la raza, factores ambientales, socioeconómicos, etc.- que intervienen en las características clínico-patológicas y evolutivas de los distintos tumores de piel.

“El tratamiento general de un tumor cutáneo es la cirugía como principio básico”, ha explicado el Dr. Eduardo Nagore, dermatólogo y jefe clínico del Instituto Valenciano de Oncología. “Sin embargo, cuando llegamos tarde y observamos metástasis en otros órganos o metástasis ganglionares, o bien si detectamos algún riesgo de que el paciente desarrolle metástasis en el futuro, se suelen utilizar tratamientos adyuvantes. Entre estos destacan la inmunoterapia, que ayuda a que el sistema inmunitario del paciente reconozca y destruya las células cancerosas con más eficacia, y los inhibidores de quinasas, que actúan donde se encuentran este tipo de proteínas, con el fin de impedir la división, la maduración y la supervivencia de las células cancerígenas”.

Los inhibidores, en combinación con la inmunoterapia, representan sin duda el mayor avance en dermatología oncológica de la última década”, ha asegurado el Dr. Nagore. Cada año aparecen nuevos fármacos que actúan sobre diferentes puntos de control inmunitario y se buscan nuevas combinaciones con la inmunoterapia, con vistas a reducir los efectos secundarios que presentan este tipo de tratamientos. Además, para los pacientes con melanoma, la evolución en la esperanza de vida ha sido radical: “mientras que antes, con un melanoma metastásico, moría el 85% de los pacientes en menos de dos años, ahora la supervivencia a cinco años es de más del 50%”.

Mayores y pacientes trasplantados, entre las poblaciones más vulnerables

En relación a quiénes tienen más riesgo de padecer cutáneo, y si existe algún tipo de población especialmente propensa a desarrollarlo, el Dr. Alejandro Vilas, dermatólogo del Hospital Universitario de Ferrol, ha comentado que “no solo los pacientes que han estado expuestos a mayor cantidad de radiación solar durante su vida suelen tener una predisposición a desarrollar este tipo de tumores, también existen otras poblaciones que por edad o por estado inmunitario ven aumentadas las posibilidades de padecerlos”. En particular, aquellos pacientes que han recibido algún trasplante de órgano tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer, debido al empleo, durante un largo periodo de tiempo, de terapia inmunosupresora. Mientras que los tumores con mayor incidencia en la población general (pulmón, próstata o mama) no suelen experimentar incrementos en las personas receptoras de trasplante, sí lo hacen los carcinomas epidermoides de la piel, o de células escamosas, así como las neoplasias estrechamente vinculadas con infecciones víricas (linfomas no Hodgkin, carcinoma de cuello de útero, sarcoma de Kaposi, etc.) 

La edad es otro de los factores a tener en cuenta a la hora de valorar la posible evolución de los tumores cutáneos. El melanoma en la infancia es muy poco frecuente, inferior al 1% de los casos, y eso que los estudios que han evaluado este hecho en este periodo de la vida abarcan casi hasta la edad adulta, desde los 0 a los 18 años”, explica el Dr. Eduardo Nagore. “Sin embargo, en el anciano, el melanoma es bastante frecuente ya que la vejez trae consigo una disminución de la respuesta inmunitaria. En esta edad, el melanoma se presenta sobre todo en la cabeza, el cuello y las zonas acrales (las manos y los pies).  Además, como la mayoría de casos se suelen diagnosticar en estadios ya avanzados, los pronósticos suelen ser mucho peores que para otros grupos de edad: los pacientes ancianos tienen más posibilidades de fallecer por melanoma que los jóvenes, con un incremento anual del 1,7%. Prueba de ello es que, mientras que los melanomas en el anciano suponen el 40% de los melanomas diagnosticados, acaban provocando el 60,2% de las muertes por la enfermedad.

Variables ambientales y socioeconómicas asociadas con el riesgo de padecer cáncer de piel

Según un estudio reciente, publicado en el International Journal of Dermatology, factores como la renta per cápita o el lugar de residencia pueden influir en las tasas de mortalidad del cáncer de piel. El trabajo, elaborado por dermatólogos del Hospital Universitario Virgen del Rocío, expone que, a pesar de que la radiación ultravioleta sigue siendo el «principal factor de riesgo ambiental responsable del desarrollo del cáncer de piel», existen otros factores ocupacionales, socioeconómicos y ambientales que se relacionan también con el riesgo de padecer cáncer de piel, aunque los resultados difieren bastante entre los dos tipos de tumores analizados, el melanoma y el cáncer de piel no melanoma.

El estudio mostró una correlación positiva entre mayores rentas y la mortalidad por melanoma, y una correlación negativa con la mortalidad por cáncer cutáneo no melanoma. Tener una mayor renta implica un mayor nivel de vida, y poder practicar hábitos recreativos de exposición aguda al sol, como veranear en la playa o esquiar, que son aquellos que se relacionan con el aumento de la mortalidad por melanoma. Por su parte, el cáncer de piel no melanoma está más asociado a una exposición crónica al sol, y a ciertas profesiones de la agricultura, la ganadería o la jardinería, que se suelen asociar a pacientes con una menor renta o con menos acceso a los servicios sanitarios, al vivir en zonas rurales.

El Dr. Eduardo Nagore ha comentado, en este sentido, que “tanto la accesibilidad como la ratio de dermatólogos por cada 100.000 habitantes influyen en la mortalidad del cáncer cutáneo. Así, por ejemplo, mientras que en España el acceso a los servicios sanitarios es a priori sencillo y la teledermatología ha vivido una verdadera revolución en estos últimos años, en los países de Europa del Este los tumores suelen detectarse en estadios más avanzados y con un peor pronóstico, debido a las carencias de sus sistemas nacionales de salud”. El especialista del Instituto Valenciano de Oncología también ha querido poner en valor la figura de los dermatólogos: “nosotros nos dedicamos a estudiar la piel; nuestro papel es esencial, como lo es el del urólogo para el cáncer de próstata. Tenemos el ojo muy entrenado y estamos en condiciones de hacernos cargo de la mayoría de casos de cáncer cutáneo, además de tener un papel muy activo en el seguimiento de los pacientes que han superado la enfermedad”.


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