12-6-2020/Vicente Pérez Cano. Director de CONFEMAC
Hablar de maltrato en la vejez despierta sensibilidades, pero es necesario hacerlo porque sólo desde el reconocimiento de su existencia podremos avanzar hacia la verdadera meta, que es el buen trato.
En CONFEMAC decimos también que el maltrato es algo que “no se ve, no se oye, no se habla” pero está mucho más cerca de lo que pensamos ya que con mucha frecuencia pasa desapercibido. Y es así por dos razones fundamentales: porque el maltrato es mucho más que el daño físico y porque hay comportamientos dirigidos a las personas mayores que en nuestra sociedad se consideran “normales” pero realmente son maltrato.
Y es que maltrato no solo es lo que hacemos mal sino las consecuencias de la inacción, la omisión de acciones que deberíamos hacer y no hacemos. Y no sólo es aquello que hacemos o dejamos de hacer intencionadamente sino que también podemos ocasionarlo sin darnos cuenta. Esto es lo que pasa en tantas ocasiones en las que involuntariamente se ocasiona sufrimiento a las personas mayores, tanto si son totalmente autónomas como si han generado algún grado de dependencia.
Con frecuencia se habla “del valor de la experiencia” pero entre el discurso y la realidad hay una gran distancia. Ciertamente hay una valoración teórica de las personas mayores pero los hechos van por otro lado con demasiada frecuencia, porque los estereotipos nos traicionan. A la vez que aparece en nuestro discurso la visión positiva de la persona mayor, digna y merecedora de las mejores atenciones, se presenta la percepción de que en esa etapa ya se está acabado y a merced de lo que te quieran hacer quienes están a tu alrededor.
En los desgraciados acontecimientos que hemos vivido esta triste primavera se ha escuchado y se ha escrito como uno de los criterios para determinar las personas que podrían acceder a cuidados intensivos el criterio del “valor social de la persona”, dando a entender que las personas a partir de cierta edad pierden valor. Esto es un auténtico disparate, es contrario a la dignidad de cualquier ser humano, tenga la edad que tenga, muy probablemente quienes así lo pensaron no lo hicieron conscientemente, pero ha sido una escalofriante forma de maltrato.
La probabilidad de sufrir maltrato aumenta en situaciones de vulnerabilidad y en la medida en que la persona deja el control de su vida en manos de quienes le rodean. Por desgracia, tanto en el entorno familiar como en el institucional, predominan las situaciones en las que cuanto más mayor se es, menos se cuenta a la hora de opinar, aunque las capacidades cognitivas se mantengan intactas.
Desde la experiencia de CONFEMAC en las acciones formativas y en la gestión del Teléfono del Maltrato, detectamos que es muy difícil que las personas mayores dependientes de hoy se defiendan en caso de sufrir algún tipo de maltrato. Por eso no dejamos de realizar acciones como las jornadas de finales de mayo en las que han participado 630 profesionales. Nuestro objetivo es sensibilizar y prevenir tanto con profesionales como con las personas mayores que hoy son totalmente autónomas pero que en el futuro pueden generar dependencia y ser víctimas de maltrato.
La clave y la mejor forma de prevención es conocer bien los derechos, y mantener el control de la propia vida y de las propias decisiones, anticipándose, incluso, a la posible merma en las capacidades cognitivas y de autogobierno. Eso es lo que llamamos “vacunarse” contra el maltrato.