L. Losada/1-7-2020
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que la pandemia desencadenará un “incremento masivo” de los problemas de salud mental a nivel mundial, por lo que pide reforzar los servicios psicológicos por el impacto del confinamiento y el aislamiento sobre la población. Raimundo Mateos, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y responsable de la Unidad de Psicogeriatría del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), y ex presidente de la International Psychogeriatric Association (IPA) y de la Sociedad Española de Psicogeritría (SEPG), valora y analiza en esta entrevista las consecuencias de la pandemia y formula consejos para familias y asociaciones.
-La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre las consecuencias de la pandemia.
Sí, algunos expertos hablan que será la “cuarta oleada de patología del coronavirus” (la primera que aún estamos viviendo; la segunda la del rebrote de casos tras abandonar las UCI; la tercera es el conjunto de la patología que sigue a los casos agudos que sobrevivieron con secuelas y la de pacientes crónicos que no pudieron ser bien atendidos durante la primera oleada del virus). Al respecto, no solo hay que destacar la magnitud, sino que la patología mental se manifiesta de muy variadas formas de malestar personal, familiar y social, y los sistemas sanitarios no suelen estar atentos para detectar a tiempo y reaccionar a dicha patología mental.
-Cuáles son las complicaciones causadas por el confinamiento en enfermos de salud mental crónicos?
Globalmente, tenemos que conceptualizar lo ocurrido hasta ahora como un acontecimiento estresante extraordinario. Lo ha sido para toda la sociedad y para las personas con un trastorno mental crónico, las consecuencias serán mayores, provocando desconpensaciones o recaídas. Existen algunos matices para los distintos tipos de patologías, si bien hay un elemento común importante: la falta de actividad física es negativa para la gente normal y es igual o más perturbador para las personas con trastornos mentales, al perjudicar su salud física (sobrepeso, diabetes, hipertensión) y también aumentar la sintomatología ansiosa y depresiva.
Como consecuencia del confinamiento se han cerrado recursos terapéuticos como los hospitales de dia para personas con trastornos mentales y todo tipo de centros sociales en los cuales algunos pacientes encontraban una forma de interacción social lúdica y participativa. Por una parte, está la frustración que ello pueda suponer, por otro la imposibilidad de compensar estos recursos en el domicilio. Recordemos que todas las formas de Atención a Domicilio para personas con trastornos mentales se han reducido drásticamente. De modo que todo ha recaído en las familias, que por otra parte ya han tenido que gestionar otros motivos de estrés. En definitiva, podemos entender que los efectos negativos se han sumado o muy probablemente, potenciado.
-¿Cómo afectan a las familias?
Las familias son el elemento de amortiguación de las recaídas y crisis de las personas con trastornos mentales de todo tipo, cuando no, simple y llanamente, sus cuidadores habituales. En condiciones “normales”, cuando los pacientes pueden acudir a sus consultas y acuden regulamente a sus estructuras terapéuticas, las familias nos explican que ya entonces su carga es importante. Podemos imaginar el agobio en las circunstancias actuales. Por otra parte, tenemos que pensar que para muchas famlias los recursos económicos son limitados (hay una relación empidemiológica directa entre estratificación social y malestar mental), por lo que los efectos negativos se potencian.
-¿Qué pueden hacer?
El mejor consejo a las familias es mantenerse en contacto con sus fuentes de apoyo habituales, especialmente con los profesionales sanitarios, y aunque estemos hablando de un problema de salud mental, el contacto con la Atención Primaria es fundamental, porque es el equipo de Atención Primaria el que tiene los elememtos de juicio para ponderar el peso del conjunto de factores estresantes de una familia, y , logicamente, con los profesionales de Salud Mental. Para la orientación en estas situaciones de crisis es para lo que probablemente resulten útiles las nuevas tecnologías, sin olvidar el teléfono, que hace décadas que ha demostrado su utilidad, ya digo, para situaciones de crisis. El otro grupo de apoyo que deben mantener es el de sus asociaciones de usuarios a las que muchas familias pertenecen, porque son una fuente de apoyo de todo tipo, de orientación, de apoyo emocioanal y, no lo olvidemos, de recuros asistenciales con frecuencia.
– ¿Y las asociaciones?
Las asociaciones de usuarios de personas con trastornos mentales juegan varios papeles en condiciones normales (o si se prefiere, de la antigua normalidad): Aportan apoyo emocional a sus miembros, aprotan información como resolver problemas o tramitar ayudas, pero no olvidemos que en España ellas mismas gestionan estructuras asistenciales. Por tanto, una vez más los profesionales tenemos, primero reconocer su labor, y segundo, esforzarnos en comunicarnos y coordinarnos con estas entidades.
-¿Qué mecanismos de defensa pueden proteger la salud mental y permitir salir fortalecidos de esta experiencia vital?
Lo que ha ocurrido no es cualquier cosa, los expertos lo califican como una catástrofe solo superable por situaciones de guerra. Es importante tener en cuenta que aunque estos días, con la desescalada y tiempo veraniego, parece que nos sentimos algo más aliviados, en el fondo no conocemos la magnitud del problema, pero lo más probable es que lo pasado solo sea la punta del iceberg. Por tanto, yo diría que todos, familias, profesionales, todos los pacientes que tengan unas mínimas capacidades cognitivas, tendremos que pensar, hablar, compartir nuestros sentimientos e iniciar una profunda reflexión colectiva.
Los expertos en organización sanitaria ya vaticinan que la atención sanitaria no va a poder volver a organizarse como antes de esta crisis; las patologías crónicas deben pasar a primer plano. Los trastornos mentales son paradigma de la patología crónica, con el agravante del estigma social, y de que muchos de sus miembros no saben alzar su voz para defender sus derechos, por lo que toda la sociedad, desde los profesionales hasta los medios de comunicación debemos combatir r ese estigma y empezar a pensar en…un mundo más justo. Seguramente todos suscribimos esta meta, pero en caso de dudar por dónde empezar, deberíamos empezar por hacer un mundo más justo para los más débiles, entre los que sin duda están las personas con trastornos mentales.